martes, 9 de junio de 2009

El rugir de la ciudad


Lima es una ciudad que cuenta con innumerables atractivos turisticos, de los que cualquier extranjero quisiera disfrutar, sin embargo la contanimación sonora representa un gran obstaculo a la hora de conocer la ciudad



Lima la horrible, escribió Salazar Bondy allá por 1964, tomando prestada una nota al pie del poema “Viaje Hacia la Noche” de Cesar Moro, cuando la ciudad era remecida por la masiva migración de gente procedente de los Andes. Cuarenta y cinco años más tarde ¿Qué podemos decir nosotros de la Lima de hoy? ¿Lima la sucia? ¿Lima la de los mil colores? ¿Lima la huachafa? Que tal, Lima, la ruidosa.


Un breve paseo por la avenida Abancay corrobora lo que los estudios del Taller de Investigación Sonora en Radio (Isonar), de la Universidad de San Martín de Porres, revela: el Centro de Lima constituye una pesadilla auditiva para cualquier vecino o transeúnte. Los ruidos molestos provienen de todas las direcciones, en todas las escalas y de distintas fuentes. Hay para todos los gustos, o disgustos.


El bullicio forma parte de la vida diaria de cualquier limeño. Para llegar a su centro de estudios o laboral, o movilizarse para realizar cualquier otro tipo de actividades las personas deben enfrentarse al rugido de las calles. Los limeños al parecer, ya están acostumbrados a todo esto y no perciben de manera consciente la molestias del ruido, pero sin duda cualquier turista que se encuentre en su camino hacia al centro histórico de Lima podría encontrarlo insoportable.


El límite máximo de volumen recomendado por la Organización Mundial de la Salud es de 55 decibeles. Sin embargo aquí las cifras son mucho más elevadas, superando el ciento.
Esta avenida constituye una de las vías más importantes de Lima ya que por ella circulan gran cantidad de vehículos de transporte público, lo que la convierte también en una de las avenidas con mayor contaminación ambiental y sonora.


Son las ocho de la mañana, la relativa calma de la madrugada limeña ha quedado atrás. Lima se encuentra en su hora punta, el tráfico es inclemente en esta vía como lo es en muchas otras partes de la ciudad. En las primeras cuadras de la avenida Abancay, que se inicia luego del puente Ricardo Palma se encuentran grades edificios que sirven como depósitos o fábricas de productos textiles. Aquí predomina el ruido de los vehículos, como lo hará durante el resto del recorrido. Se estima que el 90 % de la contaminación sonora en Lima Metropolitana proviene del parque automotor.

El parque automotor,principal agente contaminante.


Los estridentes motores de los automóviles, que se encuentra en pésimas condiciones se mezclas con el ruido de las bocinas que son usadas indiscriminadamente. Los conductores están dispuestos a presionas el botón cuantas veces sea necesario. Y claro, el transporte público se hace escuchar en lo que a contaminación sonora respecta. Muy aparte de los ruidos producidos por las pesadas maquinas, los cobradores colaboran con el caos urbano anunciando a todo volumen las rutas de sus unidades. “Todo Abancay, Acho, Penal” grita un joven de unos 25 años, con un volumen que envidiarían los más grande tenores.


Más adelante, pasando la Plaza Bolívar y el Congreso de la República, abundan las galerías de ropa deportiva. Al murmullo de la gente que camina a paso ligero se unen las invitaciones de los vendedores a pasar a sus stands.
Ni siquiera el antiguo local de la Biblioteca Nacional del Perú, en donde se supone debería reinar la calma se salva del bullicio. En las afueras de este edificio, construido en el año 1568, se registra 104 decibeles de ruido ambiental.

Al molesto ruido del los automóviles se suman los pitos de los policías, que intentan con poco éxito mantener el transito ordenado y fluido. Estos son además los más afectados por este tipo de contaminación, que puede causar problemas como insomnio, estrés y agresividad.

El ruido que producen los vehículos de transporte público no solo se registra en el exterior de los mismos. En su interior los pasajeros tienen que soportar muchas veces los gustos musicales de los cobradores y choferes, que sintonizan las radioemisoras al volumen que les plazca. Muchos usuarios, utilizan reproductores portátiles desconociendo el daño que pueden estar causando a sus tímpanos, pues estos pueden emitir hasta de 130 decibeles, más del doble de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.


Llegando a la cuadra 7 de esta misma avenida, se encuentra la galería comercial conocida como el "El Hueco" ya que se estableció en una excavación realizada luego de la demolición del edificio que ocupaba esos terrenos. Ésta es la tierra de la piratería, el emporio de la informalidad. Aquí mucho del ruido proviene los reproductores musicales, que dan una muestra a todo volumen del los productos que se comercializan en cada stand.


Más adelante en la cuadra ocho, se encuentra el parque Universitario, donde se ubica una feria artesanal permanente. Los muchos clientes colaboran con el caos de la ciudad. En los cruces peatonales el murmullo de las voces se hace más fuerte y concentrado.


Quedan tres cuadras más de esta avenida, en ellas destacan la galerías comerciales y todo su ruido característico. Cuadra once, la avenida termina aquí con el cruce con la Avenida Grau, sin embargo el ruido continua acompañando a los viajantes hasta su destinos, como lo ha hecho en los últimos años y como lo seguirá haciendo si es que las personas no toman consciencia del daño que esto puede producir y si las autoridades no se esmeran por realmente conseguir una solución para estos abusos.





A continuación se pueden escuchar algunos archivos realizados por el área ISONAR de la Universidad de San Martin de Porres, play.




2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. A manera de corrección. El comentario anterior contiene ciertos errores involuntarios debido al cansancio y por no detenerme a releer lo escrito.

    De la Lima de Salazar Bondy -la horrible- a la Lima de los ruidos. Sólo es necesario descender del transporte público en pleno centro de Lima, allá donde existen "trombosis" en avenidas y calles, pero sobre todo la hay en una de las "arterias" principales que sirve de "by pass" entre La Victoria y el Rímac: la avenida Abancay. Donde uno es atacado por decibeles provenientes de diferentes fuentes que perturban la tranquilidad.

    La gente que trabaja en estas avenidas y calles principales se ha mal acostumbrado al ruido diario, que tal vez les parezca ajena cualquier recomendación o campaña en contra de la contaminación auditiva, algo con lo que están lidiando día a día.

    Debemos reconocer que la Lima de algunos años atrás era más congestionada por la presencia de ambulantes y, sin temor a equivocarme, era más ruidosa y sucia. Se han notado cambios sustanciales en el orden, pero en el tema del ruido, aún falta mucho por corregir.

    Transito con frecuencia por el centro de Lima, en particular por Quilca y Camaná, donde consigo buenos libros y a buen precio. Más de un alumno ha sido testigo de mis conversaciones con mis proveedores y también se han sumado a participar de manera correcta en los temas; en otros, han recibido una recomendación para la adquisición de un libro. Cuando en el mismo punto de venta alguna página captura mi interés, me asiló del entorno de ese bullicio imperante. Sólo reaccionó ante un sonido muy estridente o ante algún impertinente que consulta sobre lo que estoy leyendo.

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